La fiabilidad de la radio frente a la inmediatez de las redes sociales se debe valorar más. Los medios serios son los que ponen análisis a la desbordante información que vivimos en ocasiones.

La radio es uno de los medios de comunicación más antiguos. Y sin embargo, no por ello deja de ser un medio actualmente muy utilizado. Su capacidad tanto tecnológica como humana de estar al pie de la noticia, de poder contar cualquier cosa en cualquier momento, ha hecho históricamente de la radio uno de los medios de comunicación más fiables. La fiabilidad y sobre todo la inmediatez de la radio para contar las cosas es lo que la diferencia de otros medios tradicionales.

El mundo va muy rápido y está claro que queremos todo ya. Nos hemos acostumbrado a la inmediatez a no esperar, incluso cuando hablamos de la información. El periodismo y la comunicación luchan contra el tiempo, contra los minutos. El primero en publicar una información se lleva la gloria (o los clics hoy en día), el resto no se llevan nada o casi nada.

Pero en un mundo tan inmediato donde la información corre mucho más que un virus, es más fácil que nos la cuelen.

Las redes sociales y los medios digitales nos ofrecen la Inmediatez. Conocer la noticia al mismo tiempo que se está produciendo. Poder seguir algo en directo o saber de qué está hablando todo el mundo. Los debates públicos, las polémicas, los enfrentamientos en muchos casos se siguen en Twitter y los periodistas, en algunas ocasiones, se han convertido en meros espectadores del vuelo de cuchillos que suponen algunos de ellos. Los titulares generan millones de reacciones en minutos sin dar tiempo a que podamos leer la noticia completa, contrastar o buscar opiniones. Posicionar en Google y en Redes Sociales, ser el primero se ha convertido en la prioridad.

Las redes de mensajería se han convertido en un verdadero problema en la sociedad actual. Las cadenas de reenvíos de Whatsapp hacen proliferar la desinformación, donde cualquiera puede ser un experto y donde nos cuelan información falsa, posiblemente con alguna intención (aunque no la conozcamos). Y a diferencia de las redes sociales como Twitter y Facebook, en los canales de mensajería la información vuela por debajo del radar. Con sistemas de cifrado superseguros de punto a punto que impiden controlar de ningún modo esa información. La privacidad en este caso genera un nuevo problema: La desinformación.

Vivimos sobre-expuestos a la información y puede llegar a ser realmente difícil separar la paja del grano. Los que estamos acostumbrados a ello, llegamos a crear un sistema propio de filtrado, un olfato o un sexto sentido. En muchas ocasiones simplemente descartamos cualquier noticia que no tenga una fuente clara o que pueda llegar a través de Whatsapp, cualquier titular que suene sensacionalista lo dejamos en cuarentena hasta realizar (al menos) una búsqueda rápida en Google.

Aún así, para muchos menos acostumbrados a los entornos digitales, supone un verdadero desafío descartar algunas noticias. Bien porque dicen lo que quieren escuchar, porque suenan realmente creíbles o porque están tan acostumbrados a la solvencia de los medios tradicionales, que se olvidan de dudar cuando leen un titular en un feed de noticias o en una red social.

A pesar de que las redes sociales y las principales plataformas de Internet empiezan a poner algún tipo de coto a los bulos y la desinformación, estos se están convirtiendo en un problema mucho más rápido de lo que lo atajamos.

Lo hemos visto durante las últimas elecciones y también ahora durante la crisis sanitaria.

Las redes sociales han demostrado sin lugar a dudas ser un canal de comunicación plural en el que cualquier voz se puede alzar. Pero también se han convertido en un arma de doble filo y muchos usuarios, ciudadanos, se han dado cuenta.

Y precisamente son los medios de comunicación tradicionales los que han ganado mayor peso durante la crisis sanitaria de este año. Son la radio, la televisión y la prensa escrita, quienes han hecho un esfuerzo por competir con la inmediatez de las redes sociales, pero aportando credibilidad en sus datos y en las opiniones. Aportando opiniones expertas, contrastando y preguntando. La radio ha sabido cuál era su papel en esto y es precisamente en momentos como este, donde se convierte en una fuente de información fiable.

La radio aumenta su audiencia durante el confinamiento

Acostumbrados a un mundo en constante movimiento en el que siempre pasan cosas, un día tuvimos que quedarnos en casa. Tuvimos que dejar de movernos y de repente nuestra realidad se vió limitada a las cuatro paredes de nuestra casa. Con muy poca información sobre el nuevo virus, tuvimos que echar mano de los medios para saber lo que estaba pasando, lo que podía pasar y lo que podíamos o no podíamos hacer.

La radio y la televisión ampliaron sus franjas de información, llenaron sus informativos de expertos que nos ayudaran a comprender y analizar lo que estaba pasando, lo que podía ocurrir.

Durante la sexta semana de confinamiento en España, la radio superó los 20 millones de oyentes diarios, según un estudio publicado por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC). Todo ello a pesar de que muchos profesionales tuvieron que quedarse en sus casas, tirando de tecnología y presentando boletines informativos conectados a un pequeño aparato, sin ver la pecera, sin ver a los compañeros. La radio volvió a aprovechar esa capacidad casi camaleónica de adaptarse a cualquier situación. En cuestión de días todos estaban trabajando desde sus casas. La radio se llenó de lo cotidiano (de la nueva cotidianidad), de compañía y de mucha información. Porque en un momento así muchas personas necesitan la radio.

La radio sigue generando fiabilidad entre sus oyentes, que saben en quién confiar a la hora de informarse.

Los medios de comunicación y la radio en particular comienzan una nueva temporada. Una difícil temporada diría yo. En la que las cosas no son como habían sido antes. La crisis económica que viene detrás del virus que estamos sufriendo afecta ya a los medios de comunicación así como a tantas empresas. Y frente a ello, las radios más fuertes del país han decidido dar todo el peso a sus principales estrellas y al poder de la radio, ese medio al que siempre quieren matar pero que se adapta dúctilmente a cualquier situación.

La publicidad se beneficia de ese aumento de la credibilidad

Analicemos la situación: Durante los tiempos de crisis y más especialmente durante el confinamiento y periodos de incertidumbre, la audiencia espera información actualizada, consume radio de una forma más activa. Sube el consumo de la radio, como hemos visto. Pero sube porque la gente pone activamente la radio para buscar la última hora, la información contrastada. En ese momento está dando más valor y credibilidad a lo que escucha. Y esto incluye la publicidad.

En una publicación del Índice de Referencia de Publicidad (ABX por sus siglas en inglés) publicado en Junio de este año, la publicidad registró un aumento en su efectividad, siempre que el enfoque sea el correcto. Según este informe, los consumidores no reaccionan tan negativamente a la publicidad. En una encuesta similar en 14 países se comprobó que, en general, los spots en radio con contenido relacionado con la COVID-19 han tenido un mayor rendimiento en comparación con aquellos que no han hecho. Y es que, el público espera que las marcas estén en cierta medida comprometidas con lo que nos pasa.

La publicidad en la radio se aprovecha de la fiabilidad y confianza que generan sus comunicadores para recomendar marcas o productos.

Sin embargo, es importante hacerlo bien y mostrar una sensibilidad. No todo vale y mucho menos cuando se nota por parte de la marca un interés por aprovecharse de la situación. Los anuncios en radio que incluían muestras de agradecimiento al personal sanitario, interés y preocupación por la situación de confinamiento y consejos útiles sobre la protección del virus recibieron mejores valoraciones.

Sin embargo, este método de comunicación de las marcas puede cambiar con el tiempo, ya que el público puede percibir como monótono el mensaje si perdura a lo largo de los meses. Es importante mantenerse actualizado y que la comunicación vaya fluyendo con el estado de la crisis para mostrar un compromiso real que se adhiera a la fiabilidad que puede aportar la información que ofrece la radio.

También hemos visto un cambio notable en las voces y sobre todo en la intención y el tono utilizados en las campañas. Desde que comenzara el estado de alarma, la nueva publicidad ha pasado de un tono muy joven y despreocupado (incluso macarrilla) a un estilo algo más formal y cercano, con voces algo más graves que podrían aportar más «confianza» al mensaje.

Y es que, la publicidad es un reflejo de lo que vivimos. O al menos así debería ser la comunicación de las marcas.